Investigadores del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales Agrícolas y Pecuarias (INIFAP) y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) han llevado a cabo un estudio en las áreas de riego de Guanajuato, México, para encontrar alternativas viables y rentables de forraje durante el ciclo otoño-invierno. La demanda de forraje en esta región es considerable, y aunque la alfalfa y la avena son los cultivos forrajeros más comunes, presentan algunos desafíos.
La alfalfa, siendo perenne y con un ciclo largo, tiene un consumo elevado de agua y su producción disminuye en otoño-invierno. Por otro lado, aunque la avena es una buena opción, se ha encontrado que su valor nutricional aumenta cuando se mezcla con ebo.
Ante esta situación, se ha explorado la posibilidad de cultivar avena y ebo bajo condiciones de riego y utilizando agricultura de conservación para validar su viabilidad como opción de producción de forraje en esta zona.
El estudio se llevó a cabo en la plataforma de investigación Acámbaro, en Guanajuato, durante el ciclo otoño-invierno 2020-2021. Se utilizaron camas anchas permanentes y se aplicó el 100 % del rastrojo de maíz sobre la superficie. Se realizó un corte de los cultivos de avena y ebo cuando la avena estaba en el llenado de grano y el ebo había llegado a la floración, lo que indujo el rebrote de ambos cultivos. El rebrote de avena-ebo se empleó como cultivo de cobertura y se sembró maíz sobre el 100 % de dicho rebrote.
Rotación inteligente: Avena-Ebo como opción complementaria con maíz y sorgo en primavera-verano.
Los resultados fueron prometedores, con un costo total de producción de alrededor de 22 mil pesos (22,153 MXN) hasta el empacado. La producción de forraje fue de más de 13 mil kilogramos por hectárea (13,089 kg/ha) de avena-ebo achicalada con un 30 % de humedad, lo que se tradujo en 327 pacas de 40 kilogramos en promedio por hectárea.
Además del beneficio económico para los productores al vender las pacas, el cultivo de avena-ebo contribuyó a la cobertura del suelo, previniendo la erosión y el crecimiento de malezas. Asimismo, gracias a la presencia de ebo, que es una leguminosa, se logró una fijación de nitrógeno atmosférico, lo que podría aumentar el rendimiento del maíz en el ciclo siguiente.
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En un estudio previo realizado en la misma plataforma durante el ciclo primavera-verano 2019, se sembró maíz sobre la totalidad de la biomasa de avena-ebo, y se observó que el rendimiento de maíz en ese tratamiento superó en un 16 % al rendimiento obtenido en el tratamiento de labranza convencional y en un 1.6 % al tratamiento con agricultura de conservación, donde no se realizó la siembra sobre la biomasa de avena-ebo.
En conclusión, los investigadores han determinado que el cultivo de avena-ebo bajo condiciones de riego y mediante agricultura de conservación es una alternativa viable y rentable para la producción de forraje en la región, y puede ser una opción de rotación en otoño-invierno con maíz o sorgo en primavera-verano. Además, la siembra de avena-ebo actúa como cultivo de servicio al cubrir el suelo, prevenir la emergencia de malezas y fijar nitrógeno atmosférico.