Los sistemas alimentarios son una fuente importante de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), que contribuyen al calentamiento global y al cambio climático. En este artículo, vamos a analizar cómo se generan estas emisiones y qué medidas podemos tomar para reducirlas.
El impacto de los sistemas alimentarios en las emisiones de GEI
Según un estudio publicado en Nature Food, los sistemas alimentarios del planeta son responsables de más de un tercio de las emisiones antropógenas mundiales de GEI, equivalentes a 18 000 millones de toneladas de CO2 al año.
El 57% de estas emisiones proviene de la producción de alimentos de origen animal, el 29% de la de origen vegetal y el 14% de otros aprovechamientos, como la refrigeración, el transporte, el envasado y la gestión de los desechos de alimentos.
La producción de alimentos implica una serie de procesos que consumen energía y recursos naturales, como la utilización de la tierra, el agua, los fertilizantes y los plaguicidas. Además, algunos tipos de alimentos generan más emisiones que otros. Por ejemplo, el ganado rumiante (vacas y ovejas) produce metano, un GEI muy potente, a través de su digestión. La sobrepesca y la contaminación afectan a la salud de los océanos y a su capacidad de absorber CO2.
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Cómo reducir las emisiones de GEI derivadas de los sistemas alimentarios
Reducir las emisiones de GEI derivadas de los sistemas alimentarios es un desafío complejo que requiere la colaboración de todos los actores involucrados: productores, transformadores, distribuidores, consumidores y gestores de residuos. Algunas medidas posibles son:
- Fomentar una dieta más basada en alimentos de origen vegetal, que tienen una menor huella de carbono que los de origen animal. Según la ONU, cambiar a una dieta vegana puede reducir la huella de carbono anual de una persona hasta 2,1 toneladas y a una vegetariana hasta 1,5 toneladas.
- Promover una agricultura más sostenible y ecológica, que utilice menos insumos químicos y energéticos, que preserve la biodiversidad y que mejore la calidad del suelo.
- Reducir el desperdicio de alimentos, que supone un 8 % de las emisiones globales de GEI. Para ello, es necesario mejorar la planificación, el almacenamiento, el etiquetado y el aprovechamiento de los alimentos.
- Optimizar la cadena de suministro alimentario, minimizando las distancias entre el origen y el destino de los alimentos, utilizando medios de transporte menos contaminantes y empleando envases más ecológicos y reciclables.
Los sistemas alimentarios tienen un gran impacto en el clima, pero también pueden ser parte de la solución. Con pequeños cambios en nuestros hábitos alimentarios podemos contribuir a reducir las emisiones de GEI y a proteger el medio ambiente.