Por Amy Galicia
La llegada de la pandemia nos ha obligado a mantenernos resguardados en nuestros hogares y con este confinamiento nos dimos a la tarea de buscar maneras en las cuáles podemos entretenernos y aprender.
En un momento en el que buscaba superarse, Brenda Rubio, una estudiante de la carrera de Economía y Estudios Ambientales, decidió poner las manos a la obra y buscó la manera de transmitir sus conocimientos a las nuevas generaciones.
Inspirada por la interseccionalidad y motivada por su amor a los proyectos de sustentabilidad y justicia decidió crear el proyecto Seeds For Her, respaldado por el patrocinio de The North Face y The Greening Youth Foundation.
Una marca de ropa reconocida mundialmente que tiene como pilar la protección de la naturaleza y promueve la exploración del mundo. Y una organización no gubernamental que brinda oportunidades de recreación en la naturaleza y herramientas de desarrollo ambiental en comunidades marginadas.
“Me dieron esta beca a mí y a otras doce mujeres en un programa que se llama Women of Color Enviromental Leaders y fue otorgada a principios de este año”.
Este proyecto se formalizó en la creación de un curso de verano para chicas de 10 a 15 años de edad residentes de la Ciudad de México. Está conformado por dos ejes educacionales:
- Talleres de agroecología en los que ellas aprenderán a mantener y crear su propio huerto urbano. Se les proporcionó una estructura de tres niveles, kilos de composta y tierra, plantas, varias semillas, un kit de herramientas y una bitácora.
- Un club de lectura, pues parte del activismo ambiental viene de la educación y de conocer diferentes perspectivas. Los libros se les otorgaron de manera física y digital, y tocan temáticas relacionadas a la justicia ambiental, activismo y ecofeminismo.
“Seeds for Her se enfoca en dar herramientas para que la educación ambiental también sea parte de la vida cotidiana de las participantes”.
El ecofeminismo es el eje rector de este proyecto, ya que permite a las chicas identificarse y relacionarse con la interseccionalidad.
La modalidad del curso se llevó de manera híbrida debido a la situación actual de la pandemia.
“En línea vemos temas del huerto más teóricos como entender los componentes de la tierra, entender posibles plagas, los beneficios del huerto y vemos también ampliamente el sistema alimentario, justamente cómo minimizar nuestro impacto y tener una vida más saludable”.
En los talleres presenciales, Brenda tuvo apoyo de su compañera Frida, graduada de la carrera de Ciencias Ambientales por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Frida ya tiene experiencia en temas ambientales y de huerto urbano. Además ha enseñado a chicas adolescentes en anteriores veces.
“Hemos sido un equipo increíble, no la conocía antes del proyecto, la contacté en línea y me encantó su perfil, su iniciativa y le emocionó mucho poder trabajar con las chicas”.
El proceso de selección de las participantes estuvo basado en su interés por aprender sobre estos temas. Los requisitos eran ser chica, tener entre 10 y 15 años de edad, ser residente de la CDMX y estar comprometida con el medio ambiente.
“En esta etapa somos como esponjas, aprendemos mucho y también empezamos a generar esta agencia, empezamos a tomar decisiones por nuestro cuerpo y por nuestro alrededor.
Es muy impactante saber lo mucho que ellas saben y lo mucho que a veces sobre estimamos lo inteligentes y lo capaces que son de entender cosas muy complejas”.
Como parte de este proceso, Brenda y Frida involucraron a los padres y madres de las chicas y también les enseñaron sobre estas temáticas.
Ambas se apoyaron para la creación del temario y proponían actividades que complementaran la parte teórica.
“Siempre fue muy de la mano, ella desde el huerto y desde lo que las chicas pudieran tener acceso y yo ya viendo temas que se pudieran relacionar a los problemas socioambientales de la CDMX”.
Este curso no tuvo costo alguno y los insumos agroecológicos fueron obtenidos del Herbario Caltongo ubicado en Xochimilco.
Sus locaciones de trabajo presencial se pensaron de manera que las chicas tuvieran un espacio al aire libre, donde pudieran sentirse cómodas y seguras, y donde tuvieran la posibilidad de jugar.
“Hemos tenido dos excursiones. Tuvimos la oportunidad de llevarlas al Huerto Tlatelolco, ahí nos dieron un tour y les pusieron actividades para poner manos a la obra, como trasplantar los cultivos, cosechar alimento y comimos una ensalada riquísima”.
A pesar de los buenos resultados y el entusiasmo de las chicas por aprender, las problemáticas también se hicieron presentes derivadas de la pandemia, ya que entorpecía las clases presenciales y muchas de las participantes no eran muy afines a las clases online.
Otro asunto que causó impacto fue el eje rector del curso, pues al tratarse los temas ambientales desde la perspectiva feminista creó un choque generacional entre los familiares de las chicas.
“Estamos hablando de ecofeminismo y hábitos alimenticios, de lo que comemos y no lo veo como un problema, pero estas conversaciones con papás mueven ciertas astillitas.
Muchos se acercaron a decirnos gracias por tocar este tema, o la he visto muy feliz, ya no se está cuestionando cosas. Pero también hubo otros papás que se incomodan por las conversaciones que estamos teniendo y para nosotras es importante primero platicar con las chicas y con los papás sobre cómo se sienten con los temas”.
Para hacer sentir cómodas a todas las chicas, ellas tenían la oportunidad de proponer temas para desarrollar en clase o sugerían el repaso de ciertas clases para que hubiera un mejor entendimiento.
“Les ha gustado mucho pues temas de conocer a otros activistas, también de cómo integrar el feminismo o entenderlo de manera personal. […] Desde su huerto han generado mucha seguridad, pues ellas al principio nos decían que tenían muchas dudas, pero ya la práctica y el ver sus plantas todos los días les ha generado confianza y este vínculo”.
El progreso de las chicas se ha podido notar en su actitud y en forma en la que conectan sus ideas de temas socioambientales. También han fortalecido sus relaciones interpersonales y les ha permitido sentirse mejor con ellas mismas.
“Han creado amistades increíbles, ya muchas de ellas se aman, son mejores amigas y tienen sus grupos de WhatsApp. Han mantenido un lazo muy bonito que creo lo van a continuar después de terminar el curso”.
El reto de explicar temas complejos a las chicas, llevó a Brenda y a Frida a buscar ejemplos que pudieran entender y a explorar nuevas plataformas digitales como Tik Tok.
“Es algo que siempre tratamos de digerir y de filtrar lo que les enseñamos de manera que sean accesibles y entendibles. Por ejemplo, hablamos de la interseccionalidad a través de un ejemplo de las princesas de Disney […] y a través de vídeos o plataformas más didácticas que solo una presentación en Power Point”.
Todos sus avances han sido documentados a través de su cuenta de Instagram y Tik Tok, en donde también comparten información sobre el ecofeminismo y la agroecología.
Esperan que este curso pueda tener nuevas ediciones en el futuro, es por eso que han aplicado a distintas becas para conseguir más recursos que les permitan continuar con el proyecto.
“Esto fue un primer inicio, que también nos sirvió como piloto para aprender y detectar obstáculos o retos. Queremos crecer en cuestión de educación ambiental […] y poder inferir en las escuelas para poder tener la oportunidad de ofrecer estos cursos dentro de salones de clases”.
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[…] vital. Seeds for Her sabe que es primordial fomentar prácticas sostenibles desde la niñez. ¡Mira aquí una entrevista que realizamos sobre la importante labor que hacen, enseñando agricultura […]