Es común que se tenga la creencia de que las suculentas o los cactus necesitan de mucha agua por la apariencia que estas puedan tener o por su ambiente de origen. Sin embargo, esto es falso.
Las suculentas y los cactus tienen en su interior un sistema captador de agua, que les permite almacenar este líquido y distribuirlo a toda la planta cuando lo necesite.
Debido a esta convicción es frecuente regar de más nuestros ejemplares y propiciar su pudrición. El exceso de agua es malo para cualquier planta, ya que también puede convertirse en el ambiente ideal para el crecimiento de hongos o bacterias.
Para evitar esto, es necesario crear una rutina de riego que se adapte a las necesidades de tu suculenta. Aquí puedes conocer la lista de cuidados básicos.
Recuerda que todos tus cactus y suculentas deben tener un buen sistema de drenaje y el sustrato debe ser arenoso. Aprende cómo realizarlo en casa aquí.
Si alguna de tus suculentas se ha podrido, sigue estos pasos:
- Con mucho cuidado saca tu suculenta de la maceta o terrario. Tómala de la parte más firme, cerca del tallo central, nunca de las hojas.
- Revisa por completo tu ejemplar y ubica las zonas podridas. Estas deben tener un aspecto húmedo y su coloración puede ser verde oscuro, marrón o incluso negro.
- Con ayuda de un cuchillo o navaja afilada y desinfectada, corta todas las partes dañadas. Puedes desinfectar tus herramientas con bicarbonato de sodio.
- Espera que tu suculenta sane unos días con sol indirecto (5 días es lo ideal). La cicatrización es importante para que no funcione como punto de entrada para hongos o bacterias.
- Pasados estos días, planta de nuevo tu suculenta y riega. Asegúrate de que la maceta esté limpia y coloca sustrato nuevo.
El sustrato pasado, puedes ponerlo a secar y después agregarlo a tu composta.
¡Y listo, tu suculenta está preparada para seguir creciendo!