Los productos biológicos están emergiendo como una herramienta fundamental en la agricultura, aunque aún no abarcan completamente la amplia gama de desafíos que enfrentan los cultivos. A pesar de esto, su crecimiento es notorio, con constantes innovaciones en las áreas de nutrición vegetal y control de plagas.
El uso de productos biológicos requiere un enfoque distinto al de los productos químicos. Los resultados no son tan inmediatos ni evidentes a corto plazo. Mientras un herbicida químico muestra efectos en días o semanas, los biológicos exigen una perspectiva a más largo plazo, evaluando rendimientos a lo largo del tiempo y en diferentes etapas de cultivo.
Un ejemplo es la inoculación de Vicia villosa como cultivo de servicio, que acelera el crecimiento y mejora la cobertura, reduciendo la emergencia y supervivencia de malezas, y acumulando nitrógeno en el suelo, lo que beneficia al siguiente cultivo.
Los productos biológicos complementan eficazmente a los químicos en nutrición vegetal. Ciertas bacterias del género Bacillus aplicadas en semillas promueven el crecimiento de las plantas y mejoran la absorción de nutrientes del fertilizante, especialmente en combinación con macro y micronutrientes.
También, la aplicación foliar de productos biológicos ricos en lignina mejora la absorción de nutrientes por la planta al asociarse con los macro y micronutrientes.
Esta sinergia entre productos químicos y biológicos se extiende al control de hongos en trigo y soja. La Trichoderma harzianum, un hongo beneficioso, aplicado como tratamiento de semillas, combate a patógenos de la semilla y plántula. En muchos casos, los resultados con Trichoderma superan a los de varios químicos. Aun así, en presencia de ciertos patógenos, la combinación con fungicidas químicos, como metalaxil-M o fludioxynil, mejora significativamente la efectividad.
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Es esencial abandonar la noción de exclusividad entre productos químicos y biológicos. La combinación de ambos abre un vasto campo de posibilidades para mejorar la calidad de los resultados y reducir las dosis de productos químicos. A medio y largo plazo, esta combinación resulta económicamente más favorable.