El mandarino es el árbol del que obtenemos los deliciosos frutos conocidos como clementinas o mandarinas. Este representativo fruto de la época de otoño en nuestro país tiene sus orígenes en el continente asiático, pero se ha hecho popular alrededor de todo el mundo.
El árbol puede llegar a medir hasta 2 metros de altura, pero con los cuidados adecuados puede adaptarse perfectamente al crecimiento moderado en jardineras o macetas. ¡Por cierto! Si quieres saber cómo hacer crecer un manzano en maceta, haz clic en este enlace.
- Este ejemplar prefiere climas tropicales, pero tiene una mejor resistencia al frío que algunos otros cítricos. Sin embargo, lo ideal será mantenerla en interiores durante épocas demasiado frías.
- Elige una maceta amplia y asegúrate de que el sustrato que utilices para plantar el mandarino esté bien drenado y sea rico en nutrientes y materias orgánicas.
- Asegúrate de que el árbol tenga una buena exposición a la luz solar. Si planeas tenerlo en interiores, lo mejor será colocarlo cerca de una ventana o balcón. Esto le permitirá tener acceso al sol y además una mejor ventilación.
- Durante los primeros días después del trasplante mantén la superficie de la tierra siempre húmeda. Es importante que cuides que la humedad no sea constante en las raíces, porque pueden llegar a pudrirse.
- Este ejemplar necesita de un riego diario durante el verano y en épocas de invierno bastará con regarlo de 2 a 3 veces por semana. Recuerda que es necesario que compruebes el estado de tu ejemplar y cómo reacciona a tus cuidados. Si lo riegas de más, o le hace falta agua, te lo hará saber.
Durante el primer año después del trasplante es recomendable abonar la tierra al menos dos veces. Además, recuerda mantener tu mandarino bien podado y protegerlo de posibles plagas.
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