Todos sabemos que el amaranto es un delicioso grano con múltiples beneficios para nuestra salud. Pero quizá no sabías que tiene aproximadamente 7 mil años existiendo, y que durante la prehistoria también tenía un importante papel en ceremonias religiosas para la cultura azteca.
El amaranto tenía una posición especial en esta cultura por tres principales razones: por ser altamente resistente a las sequías, por su color rojo brillante era asociado con el sol y el dios del fuego y, finalmente, porque los guerreros aztecas lo consumían para incrementar su fortaleza.
En aquella época, el pueblo azteca producía grandes cantidades de este grano, llegando a producir incluso 20 toneladas al año. Considerando la época de la que hablamos, estos datos hablan de una producción considerable.
Los mexicas utilizaban el amaranto en múltiples platillos, formando parte importante de la alimentación base de los mexicas. Además, durante las ceremonias religiosas se ofrecía como ofrenda a deidades como Cuatlicue, Quetzalcóatl y Tláloc. Asimismo, durante el mes de izcalli se ofrecía como tributo al dios del fuego en una ceremonia nombrada huauhquiltamalcualiztli.
La prohibición del amaranto
Después de la conquista de los españoles al pueblo azteca, muchas de las prácticas originarias de esta cultura fueron reprimidas. Con la excusa de la evangelización, los conquistadores españoles prohibieron el consumo y producción del amaranto, pues eran conscientes de su importancia religiosa.
Aun así, después de cientos de años, este grano prevalece en nuestro país, y el pueblo mexicano sigue reconociéndolo y consumiéndolo por sus muchos beneficios y su inigualable sabor.