Marruecos, conocida como la “frutería” de la Unión Europea (UE), comercia con un recurso invaluable: el agua. Ser una potencia agrícola tiene un costo, ya que Marruecos enfrenta un estrés hídrico significativo. Su suministro de agua renovable se ha reducido a una cuarta parte entre 1960 y 2020, destinando el 88% de su extracción de agua dulce a la agricultura.
Este patrón se replica globalmente, con un promedio del 71% del agua dulce extraída utilizada en agricultura en 2020 (Banco Mundial). A pesar de los desafíos para la cadena de suministro hídrico mundial, la demanda de riego seguirá creciendo. Balancear este aumento, el crecimiento poblacional, la urbanización y el cambio climático es un desafío clave.
El Papel Clave de los Sistemas de Riego en la Seguridad Alimentaria.
La población global sumará dos mil millones de personas para 2050, aumentando la necesidad de alimentos y fibras. Las dietas ricas en calorías y proteínas también subrayan la necesidad de incrementar la producción agrícola en un 70% para mediados de siglo (Banco Mundial).
En este contexto, los cultivos regados juegan un papel crucial, siendo el doble de productivos que la agricultura de secano, ocupando el 20% del área cultivada y generando el 40% de la producción de alimentos.
Estos lugares suelen tener poblaciones considerables pero recursos limitados para importar productos agrícolas. También áreas con climas desérticos, que dependen de la desalinización para consumo humano, destinando el agua dulce a la agricultura.
Ante la demanda de agua, se debe redistribuir recursos y enfocarse en cultivos más rentables. Esto debe ser global para avanzar sin afectar reservas de agua. Las regiones con estrés hídrico deben acceder a importaciones de alimentos económicos.
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Además de alinear producción agrícola y disponibilidad de agua, se debe mejorar regulación, distribución y mantenimiento de sistemas de riego para superar desafíos demográficos y alimentarios. Las confederaciones hidrográficas tienen limitada capacidad para asegurar asignación de agua. Las instituciones públicas enfocan proyectos a gran escala, descuidando riego local. Organizaciones de agricultores enfrentan desafíos con precios del agua y políticas de apoyo.
Superar obstáculos será clave para un futuro sostenible en la agricultura de riego.