El Gobierno de México respondió a la recomendación hecha por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés) y presentó al maíz como la opción más “segura”, ya que es uno de los cereales más importantes para el consumo humano y animal, como grano y forraje. Además, de que las tierras mexicanas del sureste tienen vocación para el cultivo de este grano porque cuentan con todos los recursos ambientales necesarios.
En el marco del Programa de Fertilizantes, la prioridad es apoyar a pequeños productores de maíz de zonas muy marginadas de Guerrero, como fase inicial, para incrementar su productividad, al mismo tiempo que se aprovecha e impulsa la vocación productiva de las zonas marginadas de Guerrero, mediante la transferencia de tecnología como la siembra de semilla de variedades de maíces criollos mejorados o variedades específicas para cada región.
Asimismo, el acompañamiento técnico que apoye a las productoras y productores de pequeña escala en todo el proceso de siembra, implementando técnicas que incluyan el manejo integral de rastrojo y excretas animales, para que sumadas a la aplicación de fertilizante con el que se apoya la siembra de granos básicos en Guerrero, se garantice tanto el incremento de la productividad como la calidad del cultivo.
Algunas otras prácticas incluyen: obras para conservación del suelo el cual representa, para todos, el máximo patrimonio de la agricultura; implementación de la estrategia Mi Parcela No Se Quema para el manejo integral de los residuos de la cosecha.
El sursureste de México: Campeche, Chiapas, Guerrero, Oaxaca, Quintana Roo, Tabasco, Veracruz y Yucatán, tiene un gran potencial para cultivo de maíz que puede contribuir a disminuir las exportaciones y garantizar la seguridad alimentaria.
Por lo que reactivar la siembra de maíz en zonas marginadas significa seguridad alimentaria, disminución de la pobreza y autosuficiencia alimentaria al reducir la importación de granos básicos.