La Unión Europea (UE) y México mantienen una colaboración estratégica en el comercio de productos agrícolas, fortaleciendo la seguridad alimentaria de manera sostenible. En 2022, se exportaron alrededor de mil 400 millones de euros en productos agroalimentarios hacia la Unión Europea. México es un proveedor clave de productos como café, cerveza, tequila, garbanzos, miel, atún, jugo de naranja, entre otros.
El Gobierno de México se enfoca en políticas agrícolas inclusivas para beneficiar a los productores y a las poblaciones vulnerables. Se prioriza el apoyo social y ambiental, asegurando ingresos dignos y alimentos seguros para todos. México busca aumentar la productividad mediante insumos sostenibles y tecnología, consolidando su competitividad en los mercados internacionales.
La modernización del Acuerdo de Libre Comercio entre México y la Unión Europea promete fortalecer la posición de México y diversificar las exportaciones agrícolas.
Inclusión y Apoyo: Prioridades del Gobierno Mexicano para Productores Agrícolas.
La estrategia mexicana apunta a un sistema alimentario sostenible, inclusivo y resistente al cambio climático. Se promueven modelos de consumo sostenible, producción de alimentos sostenible y la inclusión de grupos marginados.
En respuesta a la pandemia y desafíos climáticos, se busca establecer sistemas alimentarios resilientes y garantizar un suministro suficiente de alimentos. La estrategia De la Granja a la Mesa de la Unión Europea busca transformar el sistema alimentario actual hacia un modelo sostenible.
México se destaca en el cumplimiento de los objetivos de la Agenda 2030 de la ONU, impulsando políticas como el Plan Estratégico de Cambio Climático del sector Agroalimentario y la Estrategia Nacional de Suelo para la Agricultura Sostenible.
La conservación y aprovechamiento sostenible de polinizadores también es una prioridad, posicionando a México como líder mundial en esta área.
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La colaboración entre la Unión Europea y México se centra en la comercialización sostenible de productos agrícolas y el uso de certificaciones voluntarias, así como en la adopción de innovaciones y tecnologías para una agricultura más sostenible. Ambas partes enfatizan la importancia de la colaboración para lograr una sostenibilidad a largo plazo en la agricultura, sin comprometer la rentabilidad económica del sector.
