El último informe de la FAO revela que en las últimas tres décadas, desastres naturales han ocasionado pérdidas agrícolas y ganaderas de alrededor de 3.8 billones de dólares, equivalente a un promedio anual de 123,000 millones de dólares o el 5% del PIB agrícola mundial.
Este estudio pionero, titulado “Repercusiones de las Catástrofes en la Agricultura y la Seguridad Alimentaria”, proporciona la primera evaluación global del impacto de los desastres en la producción agrícola, con enfoque en cultivos y ganado. También destaca la urgencia de mejorar la recopilación de datos e información sobre el impacto de los desastres en todos los subsectores agrícolas.
Los desastres han tenido el mayor impacto en países de bajos y medianos ingresos, alcanzando el 15% del PIB agrícola total. Los pequeños estados insulares en desarrollo han sufrido una pérdida del 7% de su PIB agrícola. Por categoría de producto, los cereales han experimentado pérdidas promedio de 69 millones de toneladas anuales, equivalente a la producción total de cereales de Francia en 2021.
Desastres y Economías en Desarrollo: Impacto en los Pequeños Estados Insulares.
Las frutas, hortalizas y cultivos azucareros han perdido cerca de 40 millones de toneladas al año, igualando la producción total de Japón y Vietnam en 2021. La carne, productos lácteos y huevos han registrado una pérdida media de 16 millones de toneladas al año, comparable a la producción total de estos productos en México e India en 2021.
El número de desastres ha aumentado de 100 al año en la década de 1970 a aproximadamente 400 anuales en las últimas dos décadas. Estos fenómenos no solo han incrementado su frecuencia, intensidad y complejidad, sino que se prevé que sus efectos empeoren debido al cambio climático.
Los desastres también pueden tener efectos en cascada en múltiples sistemas y sectores, siendo el cambio climático, la pobreza, el crecimiento demográfico, las emergencias sanitarias y la gestión insostenible de la tierra algunos de los factores subyacentes del riesgo de catástrofes.
Para mejorar la resiliencia de los sistemas agroalimentarios, es crucial apoyar a los pequeños agricultores, quienes son los más vulnerables ante estos desastres. La adopción de buenas prácticas de reducción del riesgo de catástrofes puede prevenir pérdidas y aumentar la resiliencia de estos agricultores. Invertir en estas prácticas puede tener un retorno 2.2 veces mayor que las prácticas previas.
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Además, es esencial implementar intervenciones proactivas y oportunas para prevenir y reducir los riesgos en la agricultura. Por cada dólar invertido en medidas preventivas, las familias rurales pueden obtener hasta siete dólares en beneficios y evitar pérdidas agrícolas.
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