Las abejas son seres vivos que viajan de flor en flor en busca de néctar y polen que les permitirán crear alimento, construir el panal y proteger a su colonia.
Durante estos viajes, transportan polen pegado a sus cuerpos o patas y al posarse sobre otro ejemplar impulsan la reproducción de las flores. Gracias a este proceso se les denomina polinizadores.
Para elegir las flores de las cuales se alimentarán forman estrategias que les permiten analizar la calidad del polen de la flor y conocer si es bueno o no para cubrir sus necesidades.
El olor y los colores son factores importantes a la hora de elegir un ejemplar, incluso estos podemos verlos los humanos. Entre más olor tenga y más vibrante su color sea, resultará más atractiva.
Sin embargo, otro factor que toman en cuenta es la temperatura de la flor, pues son capaces de distinguir los patrones térmicos de los ejemplares con los cuales pueden distinguir las especies florares y elegir las que más néctar tienen.
Estos detectores térmicos están ubicados en sus antenas y patas.
La temperatura de las flores varía dependiendo la especie y la exposición que ha tenido al sol durante el día. El centro de la flor es más caliente que sus pétalos, siendo de 4° a 5° centígrados más cálido que el resto de la flor.
Su preferencia se inclina por las flores que son más cálidas, pues asumen que han estado más tiempo al sol y por ende están más nutridas.
Cabe mencionar que si la planta está caliente, pero está deshidratada o tiene algún tipo de plaga que la debilite no será elegida, ya que el néctar no será de calidad o estará seco.
Las consecuencias que el calentamiento global puede tener sobre este factor es que las flores sufrirán de estrés hídrico debido a que el agua de su riego se evaporará hasta tres veces más rápido de lo habitual.
También el suelo estará mucho más seco y será imposible absorber los nutrientes de la tierra (sobre todo los minerales), dando como resultado la desnutrición y marchitez de la planta.
Al no tener flores de las cuales abastecerse, las abejas se verán obligadas a volar distancias mucho más largas para obtener nuevas fuentes de alimentación que puede resultar en su muerte debido al cansancio.
El calor ambiental también afecta a estos polinizadores, pues las hace cansarse más rápido y deshidratarse.