Como todos sabemos, el carbono tiene beneficios inigualables en las diferentes industrias que nos rodean. Recientemente, varias investigaciones han demostrado que los residuos vegetales al quedarse sin oxígeno se transforman en biocarbón de alto poder fertilizante.
También conocido como “biochar”, este producto se considera “mágico”. ¿Por qué? Una sola aplicación en las tierras agrícolas es suficiente para mejorar el rendimiento de su cultivo.
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Pero, ¿qué es y cómo funciona? El “biochar” es el carbón vegetal producido artificialmente a través de un proceso denominado pirólisis, el cual consiste en ‘quemar’ residuos vegetales dentro de un recipiente aislado con bajo contenido de oxígeno, dando lugar a un subproducto muy poroso, ligero, estable y resistente a la degradación. La gran diferencia que tiene con el carbón vegetal convencional, es que el “biochar” no entra en combustión, sino que puede aplicarse en la tierra para mejorar la calidad del suelo y la producción vegetal.
¿Por qué es importante? Este sistema podría contribuir a aumentar la producción de vegetales comestibles en varias zonas del mundo donde resulta problemático garantizar un suministro constante de alimentos.
Además, su aplicación mezclada con cenizas vegetales en las tierras podría hacer que se produzcan un 25% más cultivos, ayudando a garantizar un suministro constante de alimentos, en países de África con problemática alimentaria.
Por si fuera poco, el biocarbón ofrece una alternativa económica, eficaz y accesible, para mejorar las tierras y los cultivos, en regiones y países del mundo con suelos degradados, pobres o poco fértiles. Por ejemplo, en Ghana, los residuos de plantas que no se pueden comer o usar para alimentar al ganado, se queman después de la cosecha, liberando una gran cantidad de dióxido de carbono a la atmósfera, lo que alimenta el cambio climático.