El maíz, denominado por el botánico y genetista Walton C. Galinat como “el grano de la humanidad“, es un pilar de la cultura y la alimentación mexicana, con cerca de 700 formas de preparación. A nivel global, no solo es esencial en la dieta, sino también como materia prima para una amplia gama de productos industriales, desde cosméticos hasta biocombustibles, lo que lo convierte en la planta más cultivada del mundo.
Conocido científicamente como Zea mays, su adaptabilidad a diversos climas y entornos ha generado una amplia diversidad de razas y subrazas. México alberga 64 razas, de las cuales 59 son nativas y cinco provienen del Caribe a través de Centroamérica. En todo el continente americano se han identificado alrededor de 300 razas.
CIMMYT: El Respaldo Esencial para la Conservación del Maíz Mexicano.
A pesar de los registros actuales, la diversidad del maíz podría ser aún mayor, dado su constante proceso evolutivo junto al ser humano. El Banco de Germoplasma del CIMMYT, con más de 28 mil muestras únicas, ha identificado cerca de 400 razas, pero más del 50% ya no se cultiva en campo, según Cristian Zavala, coordinador del banco.
Es importante destacar que la cantidad de variedades de maíz mexicano podría ser mayor, pero se requiere una labor extensa de documentación para determinar este dato, subrayando la importancia del Banco de Germoplasma del CIMMYT como custodio de este recurso genético crucial tanto para los mexicanos como para la humanidad.
El patrimonio resguardado en el CIMMYT es esencial para lograr los Objetivos de Desarrollo Sostenible, especialmente en lo relacionado con la conservación de la diversidad genética de semillas, plantas cultivadas y animales de granja y domesticados, así como sus parientes silvestres.
Lee también: UNIVERSIDAD AUTÓNOMA CHAPINGO: LIDERANDO LA PRODUCCIÓN NACIONAL DE SEMILLAS DE MAÍZ AMARILLO.
En resumen, el maíz es una planta de inmenso valor económico y cultura nacional. Su diversidad y adaptabilidad lo convierten en un recurso invaluable para la seguridad alimentaria y la industria a nivel mundial. Su preservación y documentación en instituciones como el Banco de Germoplasma del CIMMYT es crucial para asegurar su futuro y contribuir a los objetivos de sostenibilidad globales.