No existen cepas de tomate que sean resistentes a este virus, por lo que la prevención es la mejor herramienta para evitarlo.
El virus rugoso del tomate, también conocido como TBRFV, se originó en Israel en 2014. Al inicio, los síntomas del virus se confundieron con otras enfermedades: los virus del mosaico, tanto del tabaco como del tomate. En los tres casos, la infección tiene los mismos rasgos, por lo que, de alguna manera los tres virus están emparentados.
A pesar de las coincidencias, el virus rugoso sí afecta a las plantas con el gen Tm-22. Dicho gen protege a las plantas contra el virus del mosaico, esto llamó la atención de los científicos, quienes, después de realizar pruebas a las plantas afectadas, descubrieron que las plantas infectadas tenían la presencia de un nuevo patógeno.
El virus rugoso, también conocido como ToBRFV (Tomato brown rugose fruit virus) tiene una sintomatología peculiar:
- Pigmentación de ‘mosaico’ en las ojas de leves a severas
- Coloración amarillenta de las venas de la hoja así como estrechamiento de las láminas
- En los frutos infectados se forman manchas amarillas y se desarrollan parches marrones y rugosos en la superficie
- Ocasionalmente presentan lesiones necróticas en los pedúnculos, pedicelos y en las hojas del cáliz de la fruta.
- La enfermedad suele ser más severa en tiempos de estrés, como el verano o el invierno.
Los síntomas pueden presentarse en mayor o menor medida dependiendo de la edad de la planta al momento de infección. Mientras más temprano, más severa será la afectación. La variedad del tomate y sus condiciones de cultivo también afectan la expresión de los síntomas que se desarrollan de 12 a 18 días después de la infección y su presencia puede simbolizar la pérdida de la cosecha al 30 o 70 por ciento.
Esta enfermedad, como las del virus de mosaico, ha sido identificada como parte del género de las Tobamovirus, enfermedades muy estables y resistentes fuera de las hojas de la planta huésped, lo que les permite sobrevivir en los restos de cultivos, en la tierra, así como en estacas, alambres de enrejado, contenedores, bancas de invernadero y semilleros durante meses o años.
Estos virus se transmiten por medio de la savia de la planta, lo que permite que se transmita con gran facilidad, durante las operaciones de producción comercial como la poda, el entutorado, el enrejado, el atado, la pulverización y la cosecha.
Los otros dos virus (los del mosaico) se transmiten también por medio de semillas, por lo que se cree que el virus del tomate rugoso también podría transmitirse por las semillas, aunque no está comprobado. Otro vector de contagio son los abejorros y las abejas que recolectan y diseminan el polen de los tomates.
Tomates y pimientos son susceptibles de contraer el virus bajo condiciones naturales, aunque hay experimentos de inoculación que han demostrado que el tabaco, la solanácea, la petunia y varias especies de Chenopodium y Chenopodiastrum también pueden ser afectadas por el virus.
Actualmente no hay una especie de tomate que sea resistente al virus rugoso, A pesar de que haya variedades que puedan presentar síntomas ligeros, pueden contener altos niveles del virus. Por lo que los esfuerzos para controlarlo se centran en el uso de estrictas prácticas sanitarias.
¿Qué hacer para evitarlo?
Actualmente no existe un remedio en contra del virus, por lo que la prevención es la mejor herramienta. A continuación, una serie de consejos.
- El virus se propaga fácilmente en las manos y la ropa, por lo que se debe alentar a los trabajadores a lavarse las manos con regularidad, a usar ropa limpia diariamente y a lavar zapatos antes y después de ingresar a los invernaderos, o en su defecto, usar cobertores de zapatos limpios y desechables.
- Las herramientas de cultivo deben ser desinfectadas usando soluciones de cloro doméstico y virucida Vikron® S, o leche descremada.
- Las cajas, plantas y otros materiales de origen externo, no deben introducirse a los invernaderos cuando los semilleros se están cultivando
- Las compañías semilleras pueden tratar sus semillas con productos químicos o calor para reducir la presencia de partículas infecciosas de los virus.
- Los tratamientos con ácido clorhídrico (HCl), lejía o cloro (NaOCl), y el fosfato trisódico (TSP) han demostrado funcionar para reducir los virus del mosaico, por lo que se asume que estos tratamientos también son efectivos para reducir la presencia del virus rugoso.
- Los agricultores deben evitar plantar la semilla directamente o el trasplante en campos con residuos de raíces y cultivos de tomate o pimiento, o plantar en áreas previamente infectadas.
- Se recomienda la destrucción inmediata de los restos de cultivos después de la cosecha final.