Entró en vigor en México la prohibición de grasas trans en alimentos y bebidas. Sin embargo, aún se espera la publicación del reglamento que detallará los responsables y procedimientos. Este reglamento busca evitar la adición de grasas trans en productos y prohibir la distribución de aquellos con más del 2% de ácidos grasos trans.
Francisco Acosta Santiago, consultor de asuntos públicos, destaca la importancia de identificar las unidades ejecutoras, que probablemente estarán vinculadas a la Secretaría de Salud o Profeco. Mientras el decreto establece qué se realizará, el reglamento proporcionará instrucciones sobre cómo llevarlo a cabo, aunque en México estos reglamentos suelen tardar en ser divulgados.
La nueva ley prohíbe las grasas trans en alimentos, bebidas, aceites y grasas comestibles. Según la OMS, estas grasas causan la muerte de más de 13,000 mexicanos al año y cerca de 500,000 personas en todo el mundo.
El artículo 216 bis de la Ley General de Salud, aprobado por la Cámara de Diputados en febrero, prohíbe los ácidos grasos trans añadidos a productos comestibles y limita su presencia al 2% del contenido total de ácidos grasos.
Riesgos de las Grasas Trans: Datos de la OMS.
Las grasas trans se encuentran en alimentos procesados como productos horneados, snacks, alimentos fritos y ciertos aceites vegetales. Su consumo puede aumentar los niveles de colesterol y el riesgo de enfermedades cardíacas.
Existen dos tipos de grasas trans: las naturales, presentes en productos como carne o lácteos, y las artificiales, creadas industrialmente al agregar hidrógeno a aceites vegetales líquidos para prolongar su vida útil.
El Diario Oficial de la Federación establece que alimentos, bebidas no alcohólicas, aceites y grasas destinadas a la venta no podrán contener aceites parcialmente hidrogenados, conocidos como grasas trans, añadidos durante su proceso de elaboración industrial.
Esta medida se suma a otras dos iniciativas del gobierno para reducir el sobrepeso y regular la publicidad de productos poco saludables: el etiquetado, que informa sobre los niveles de azúcares, calorías y sodio, y la prohibición de ciertos tipos de publicidad asociados a estos productos.
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Acosta Santiago subraya que la dieta mexicana se basa en comidas calóricas de carne, cereales y grasas, y sugiere no solo regular los alimentos ultraprocesados, sino promover una regulación más general y políticas educativas públicas sobre alimentación. Sin embargo, considera que estas políticas, aunque de fácil implementación y bajo costo para el gobierno, no abordan completamente el problema y dejan una importante responsabilidad en manos del sector privado en lugar de llevar a cabo campañas educativas.
