Los tomates son uno de los cultivos más propensos a sufrir enfermedades relacionadas al crecimiento de hongos a bacterias, ya que para un óptimo crecimiento necesitan de mucho riego y ambiente húmedo.
También son uno de los platillos favoritos de muchas plagas como las mosquitas blancas y las orugas, ya que son grandes fuentes de fibra y minerales.
Un estudio científico, publicado en la revista Frontiers in Sustainable Food System, reveló que la planta (cuando los tomates aún no son cosechados) tiene la capacidad de saber que algún insecto la está atacando.
Envía señales eléctricas por medio de la savia, desde el punto de entrada de la plaga al resto de las partes, para iniciar un sistema de protección. Este consiste en segregar sustancias que son desagradables o dañinas para la plaga, como el peróxido de hidrógeno.
Pudieron descubrir este sistema gracias a que los especialistas brasileños colocaron una serie de electrodos en el tallo del ejemplar para monitorear los impulsos que emitía. Después, los tomates fueron expuestos a plagas de orugas helicoverpas.
En ese momento notaron que los impulsos eléctricos eran mayores y que a su alrededor se formaban vapores que mantenían alejadas a las orugas.
Este descubrimiento fue importante, pues permitió desarrollar nuevas técnicas de cultivo y agroquímicos para el control de plagas.
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