Las condiciones climatológicas extremas – ya sea temperaturas muy bajas, muy altas o sequías prolongadas – pueden representar un problema para algunos seres vivos, que como método de protección se someten a un estado de reposo conocido como hibernación o dormancia en el caso de las plantas.
En el caso de los seres vegetales, la dormancia puede ocurrir en ejemplares adultos o en las semillas. Una vez que reconocen que la luz solar es cada vez menor, o que reciben agua en menores cantidades, las plantas reconocen que es momento de comenzar la dormancia.
¿Cómo es la dormancia?
En el caso de las semillas, la dormancia puede ocurrir de dos maneras: externa o interna. La dormancia externa ocurre cuando la semilla se encuentra cubierta por un material que no permite la entrada de oxígeno o agua, lo que impide su germinación.
En cuanto a la dormancia interna, sucede cuando el mismo embrión y las condiciones que presenta son las que no permiten que la germinación sea posible.
Si sembraste una semilla que lucía en buenas condiciones y le has dado los cuidados necesarios, pero no ha nacido el brote, es probable que sea una semilla que se encuentre en dormancia, y en cuanto las condiciones sean más favorables, despierte y se desarrolle de manera óptima.
En el caso de las plantas, los ejemplares caducifolios pierden todas sus hojas y dejan de circular savia en su interior; mientras que los ejemplares perennes simplemente disminuyen su tamaño y, en los casos que aplique, también el tamaño de sus frutos.
Una vez que comienzan a recibir ya sea luz solar o agua en las cantidades necesarias, salen de su letargo y recuperan la imagen que les caracteriza. ¡Es una forma muy impresionante de protegerse y mantenerse con vida!