Los abonos naturales están cargados por los tres pilares que las plantas necesitan para crecer grades y sanas: Nitrógeno, fósforo y potasio.
El nitrógeno hace que los tallos crezcan fuertes y den hojas frondosas, el fósforo nutre las raíces y promueven la floración, mientras que el potasio ayuda a la prevención de plagas y aumenta la producción de proteínas de las plantas.
Al provenir de desechos naturales, se garantiza que se impregnen en el suelo y sean absorbidos por las raíces. Además se evita el desbalance de las propiedades del suelo al no aplicar químicos.
¡Estos son algunos abonos que puedes utilizar!
Melaza negra
Es una sustancia espesa que se obtiene después del proceso de cristalización del azúcar, es el residuo.
Contiene hierro, azufre, carbono, cobre, magnesio, manganeso y calcio, nutrientes que ayudarán al crecimiento de nuestras plantas.
Para utilizarlo, solo debes mezclarlo con otro abono. Puede ser tu composta o disolver una cucharada de melaza en té de compost.
Agua de cocción
Las frutas y vegetales liberan muchos nutrientes a la hora de su cocción y quedan en el agua donde los hemos hervido.
Este líquido es muy beneficioso y puede ser utilizado como agua de riego vitaminada para nuestras plantas o cultivos.
Solo asegúrate de que esté fría antes de verterla y que el agua no contenga condimentos (sal, pimienta, aceite, etc.).
Agua de acuario
Utiliza el agua de tu pecera cuando necesites lavarla. El agua “sucia” está dotada de material orgánico que los peces dejaron y trabajaron.
Las heces, la orina y las escamas son ricas en nitrógeno (específicamente nitritos NO3) que pueden ser mejor absorbidas por las raíces de nuestra planta y le brindará beneficios para crecer.
¡Ojo! Esta agua solo debe utilizarse si es dulce y si no contiene colorantes (Azul de metileno).
Cáscaras de cebolla
Los recubrimientos externos de las cebollas son una gran fuente de potasio que ayudará a que los tallos de nuestros cultivos estén más fuertes y crezcan más. Además, los dota de propiedades preventivas que la ayudarán a ser más resistente contra las plagas por hongos o bacterias.
Para hacer este abono, deja sumergir un puñado de pieles de cebolla en un litro de agua y déjala reposar de 24 a 36 horas.
Cuando notes que el agua se ha vuelto espesa y esté coloreada, fíltrala. Guarda el agua de cebolla en una regadera y riega tus plantas con esto.
Puedes hacerlo 2 o 3 veces al mes, solo recuerda que la cantidad aplicada debe equivaler a la de un riego.
Grenetina o gelatina sin sabor
Este polvo está hecho de proteínas y nitrógeno que nutrirán las raíces de nuestros cultivos.
Si tienes algún sobre de gelatina vencida ¡No lo tires, utilízala de abono!
Disuelve el sobre en un litro de agua hirviendo, cuando esté completamente líquida, agrega tres tazas de agua helada y viértela directamente en el sustrato de tus plantas.
Al estar vencida la gelatina y disuelta en gran cantidad de agua, esta no cuajará.
Recuerda que la gelatina debe ser sin sabor, sin colorantes y sin azúcar para que pueda ser compatible con nuestras plantas.
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