Desde hace una década, la investigación científica ha destacado cómo el cambio climático afecta directamente a la calidad de los alimentos. Un ejemplo emblemático es el de las manzanas “fuji” en Japón, que han visto alteradas sus características debido a una floración y maduración más tempranas. Esta variación, causada por el calentamiento global, ha reducido la acidez y el crujido de estas manzanas.
Aurora Díaz, investigadora en el Centro de Investigación y Tecnología Agroalimentaria de Aragón (CITA), se ha dedicado a estudiar cómo fenómenos climáticos extremos, como la sequía, influyen en el valor nutricional de los alimentos. Estos cambios pueden tener tanto efectos positivos como negativos. Por ejemplo, durante periodos de sequía, las plantas tienden a producir más azúcares para protegerse de la deshidratación, lo que puede endulzar los frutos. Este fenómeno es observable en el vino, donde el calor incrementa la concentración de azúcares en las uvas, resultando en un vino con mayor contenido alcohólico.
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Compuestos Beneficiosos y Dañinos
Díaz también ha identificado que algunas plantas, como la lechuga de hoja roja, aumentan la producción de antioxidantes cuando están expuestas a altas temperaturas, mejorando así su valor nutricional. Sin embargo, no todos los cambios son beneficiosos. En ocasiones, los alimentos pueden perder nutrientes esenciales; por ejemplo, la lechuga sufre una disminución en su contenido de vitamina C bajo condiciones de sequía.
Además, ciertos tubérculos producen más lignina en respuesta a la sequía, lo que deteriora su textura y dificulta la digestión. Otros compuestos formados pueden conferir acidez y amargor a los frutos, alterando su sabor de manera negativa.
Investigaciones y estudios recientes
El impacto del cambio climático en los alimentos no se limita a un solo país o tipo de cultivo. En Australia, estudios han mostrado una reducción en la calidad de múltiples alimentos básicos. En Estados Unidos, investigaciones revelan que la producción de café a mayores altitudes ha afectado su sabor y aroma. Incluso en Europa, la calidad de la cerveza se ha visto comprometida debido a la sequía que afecta el cultivo del lúpulo.
La investigación continúa, y el CITA está colaborando con diversas universidades y empresas para desarrollar variedades de cultivos que potencien los compuestos antioxidantes, con el objetivo de ofrecer productos más saludables al mercado.