Cada 17 de junio se conmemora el Día Mundial de la Lucha contra la Desertificación y la Sequía, resaltando la importancia de abordar uno de los retos ambientales más críticos de nuestra era.
La desertificación, a menudo confundida con la desertización, es el resultado de la vulnerabilidad de los ecosistemas en zonas áridas, que cubren un tercio de la superficie terrestre. La sobreexplotación del territorio y el uso inadecuado de la tierra exacerban este proceso.
Factores como la deforestación, la minería, el sobrepastoreo y las malas prácticas de riego también contribuyen significativamente a la pérdida de productividad del suelo.
En contraste, la desertización es un fenómeno natural donde las áreas se vuelven desérticas sin la intervención humana, como es el caso del Sahara.
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Causas de la Desertificación
La desaparición de la cubierta vegetal, crucial para mantener la capa fértil del suelo, es una de las principales causas de la desertificación. La tala de árboles para madera, combustible o para obtener tierras de cultivo, junto con el sobrepastoreo, que impide la regeneración de las plantas, son factores determinantes.
La agricultura intensiva también agota los nutrientes del suelo, dejándolo vulnerable a la erosión por viento y agua, lo que acelera la degradación y convierte las tierras en desiertos.
Impacto Socioeconómico y Medioambiental
La desertificación tiene un impacto devastador no solo en el medio ambiente sino también en el ámbito socioeconómico. Se estima que para 2025, alrededor de 1800 millones de personas enfrentarán una escasez absoluta de agua, y dos tercios de la población mundial sufrirán por la falta de recursos hídricos adecuados.
Este fenómeno contribuye a la pérdida de biodiversidad, la inseguridad alimentaria, y provoca desplazamientos masivos de población. Se prevé que para 2045, alrededor de 135 millones de personas podrían ser desplazadas debido a la desertificación.
Soluciones y Acción Global
Para mitigar los efectos de la desertificación, es crucial frenar la degradación del suelo mediante la rehabilitación de tierras, la gestión sostenible de terrenos y la implementación de iniciativas de restauración.
Las actividades de uso del suelo representan casi el 25% de las emisiones globales de CO2, y la restauración de ecosistemas degradados podría absorber hasta 3 mil millones de toneladas de carbono anualmente.
En conclusión, el Día Mundial de la Lucha contra la Desertificación y la Sequía no solo nos recuerda la gravedad de este problema, sino también la urgente necesidad de adoptar medidas sostenibles y cooperativas para preservar nuestro entorno y asegurar un futuro más seguro para las próximas generaciones.