Ante la actual contingencia que la región afronta se realizó la segunda reunión del grupo de trabajo interministerial de secretarios y ministros de agricultura de países de América Latina y El Caribe para analizar medidas que optimicen el comercio de productos agropecuarios, con controles sanitarios que salvaguarden a los trabajadores.
En la videoconferencia, el titular de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader), Víctor Villalobos Arámbula, enfatizó su compromiso de desarrollar acciones en conjunto para garantizar la seguridad alimentaria, a través del fortalecimiento de las medidas fito y zoosanitarias en los procesos de producción e intercambio comercial, durante las etapas de la pandemia y postpandemia.
Durante la reunión, que se llevó a cabo de manera virtual, señaló que en este proceso se optimizan los canales de comunicación e información para el monitoreo del comercio y demanda de productos agroalimentarios de América Latina y el Caribe con el apoyo de la FAO y el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA).
El funcionario se pronunció por estimular el mercado interregional y local, con la oferta y demanda de mercancías a través de una aplicación digital que elabora el IICA, y atender de forma focalizada problemáticas relacionadas con cruce de fronteras y la logística asociada.
El subdirector general de la FAO y representante regional para América Latina y el Caribe, Julio Berdegué, precisó que se apoyará la agenda de trabajo establecida por el grupo, con el objetivo central de disminuir los riesgos de que una crisis sanitaria se pudiera convertir en una alimentaria.
Detalló que en la región algunos productos agropecuarios registran aumentos injustificados en su precio y alertó sobre afectaciones por cierres de fronteras, lo que, dijo, afecta el abastecimiento de alimentos. Son asuntos a abordar para reducir los riegos de mayor recesión en la región.
Coincidieron en que el campo no puede parar en su misión de abastecer alimentos, con el fortalecimiento de las cadenas y el proceso de comercialización, así como del intercambio de experiencias ante los efectos del COVID-19, tal es el caso de la disposición de una canasta familiar, la vinculación productor-industria y la operación de una plataforma de mercado de productos agroalimentarios.
La clave, asentaron, es alcanzar mejores sistemas de producción y comercialización, esquemas diferenciados en los financiamientos para el sector —más ágiles y flexibles—, e impulso de una agricultura protegida y modelos de riego y producción pesquera y acuícola con mayores protocolos de bioseguridad.