La rotación, tala y quema es un sistema de cultivo “nómada” que implica alternar el uso intensivo de un terreno con períodos de descanso cada vez más cortos. Este método se utiliza principalmente en el sistema de milpa y sigue siendo común en regiones como la Península de Yucatán. Por lo general, se comienza eliminando la vegetación, incluyendo árboles, para permitir que se seque. Luego sigue la tala y finalmente la quema.
Muchos agricultores que aún practican la quema creen que el fuego tiene un efecto positivo. Algunos continúan quemando porque creen que de esta manera controlarán las malezas, aunque en realidad muchas especies de malezas se vuelven resistentes al fuego. Otros queman porque consideran que es la forma más rápida y económica de preparar el suelo, y algunos simplemente lo hacen porque es la forma de trabajar la tierra que aprendieron de generaciones anteriores.
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Durante un recorrido por una de las plataformas de investigación en colaboración entre la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY) y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), uno de los agricultores comentó: “Trabajamos como nos enseñaron nuestros abuelos, pero eran tiempos diferentes, con lluvias y tierras distintas, y lográbamos tener buenas cosechas. Ahora, con las sequías actuales, tenemos dificultades para obtener una buena cosecha. Lo que vimos hoy en esta plataforma de investigación nos ayudará a mejorar nuestra milpa”.
Investigación en acción: La plataforma de Peto evaluando alternativas para mejorar el rendimiento del maíz.
La rotación, tala y quema es un método que actualmente se asocia con la deforestación, la pérdida de biodiversidad y los incendios forestales. Sin embargo, también es un método que ha evolucionado con el tiempo. Los períodos de descanso para permitir la regeneración del suelo y las precauciones para evitar que el fuego se salga de control, que estaban originalmente relacionados con esta práctica, a menudo se han olvidado.
Uno de los principales problemas asociados con las quemas agrícolas continuas es la pérdida de fertilidad y de las funciones ecosistémicas del suelo. Para muchas familias en la Península de Yucatán, estos efectos se reflejan en una baja producción de cultivos. Además, hay otros factores que actualmente están afectando el buen funcionamiento de la milpa, por lo que es importante evaluar opciones para mejorar su productividad y sostenibilidad.
En la plataforma de investigación de Peto, en Yucatán, donde investigadores de la UADY y el CIMMYT colaboran, se evaluaron los efectos de las quemas agrícolas en el rendimiento del maíz, comparándolos con los efectos de mantener los rastrojos como cobertura del suelo, es decir, aprovechando los residuos de la cosecha anterior que suelen ser quemados.
El experimento, que comenzó en 2017, consideró ocho tratamientos, incluyendo rotaciones con maíz y mucuna, así como maíz, ibes (una variedad de frijol característica de la Península) y calaza, con diferentes arreglos topológicos.
Según los investigadores responsables de la plataforma de investigación, hasta 2022 los factores evaluados (manejo de rastrojo, tipo de cobertura y arreglo topológico) han mostrado resultados similares en el rendimiento del grano de maíz. Esto se debe a que las prácticas de agricultura de conservación implementadas, como dejar los rastrojos como cobertura del suelo, se manifiestan a mediano y largo plazo. Por lo tanto, continúan realizando investigaciones en la plataforma.
Beneficios visibles de adoptar prácticas sostenibles en la milpa.
Por supuesto, independientemente de los rendimientos, hay otros beneficios evidentes de implementar prácticas sostenibles, como mantener los rastrojos en lugar de quemarlos. Se observa un mejor desarrollo de las plantas y una mejor calidad del suelo, ya que los rastrojos en la superficie proporcionan materia orgánica y protección contra la erosión. Además, es importante destacar que los productores obtienen ahorros significativos en los costos de producción.
Si a estos beneficios se suma el hecho de que las prácticas sostenibles contribuyen a una mayor eficiencia en el uso del espacio, con una mejor distribución de las plantas y cultivos diversos, la agricultura sostenible se consolida como una opción viable y relevante para revitalizar la milpa, preservando su herencia agrícola y evitando la liberación de gases de efecto invernadero provocados por las quemas agrícolas, que solo degradan los suelos.
